Parece fuera de toda duda que la fundación de Espinosa la hicieron primitivos pobladores cántabros de la Península, remontándose su antigüedad al año 800 A.C.
Recibió el nombre de Velliga y estaba situada en torno al término de San Martín, extendiéndose en dirección al Monte Edilla.
Ocupaba un lugar idóneo para construir, fortalecido por la naturaleza montañosa, por el río Trueba y con posibilidades para albergar en buenas condiciones una gran población.
La conquista que los romanos hicieron de la península Ibérica, encontró fuerte resistencia en el pueblo cántabro que presentó batalla durante tres siglos.
Bajo las murallas de Velliga tuvo lugar una de las últimas batallas que se libraron entre ambos pueblos y la dificultad para vencer fue tan grande, que el mismo emperador Octavio César Augusto tuvo que dirigir en persona las operaciones para la conquista del norte de Hispania. Desde Sasamón con el ejército de tierra y con la armada hostigando desde el Cantábrico intentaron acorralar toda Cantabria.
La derrota fue absoluta para los cántabros. Velliga, como muchas otras poblaciones fue tomada y destruida pasando a ser de dominación romana.
Durante su estancia, los romanos construyeron sobre las ruinas de Velliga una fortaleza bien amurallada, a la que denominaron Barrutha o Barrustha (lugar todo cercado).
La invasión visigoda desemboca, en tiempos del rey Atanagildo (año 554), en una terrible batalla con el ejército romano, con derrota de estos últimos, y posterior destrucción de todo vestigio de construcciones de la etapa romana.
Entre los años 600 y 700 los nuevos pobladores godos fueron creando pequeñas aldeas: Santotis, Nestedo, San Miguel, Villaverde, Santiago, Santuyán, San Pedro de Tasugueras y San Juan. A todas juntas se les llamó Val de Espina, y más adelante Val de Espinosa, por los muchos espinos que había en la zona.
La llegada de los árabes a la península tras la derrota de D. Rodrigo en la Batalla de Guadalete (año 711) supone el final del reinado visigodo y el comienzo de la conquista del territorio peninsular.
La guerra resulta especialmente dura para el pueblo invasor en las montañas cántabras ya que Don Pelayo en el reino de Asturias los derrota constantemente y extiende su reconquista por las zonas limítrofes.
En Val Espinosa, los musulmanes son atacados, pero gracias a la ayuda que reciben de los árabes residentes en Medina de Pomar, renuevan fuerzas y plantan cara dificultando especialmente la victoria.
Fue tal el arrojo de los primitivos Espinosiegos que, tras la victoria sobre los árabes, tomaron por armas un escudo de oro y en él un espino verde con majuelas coloradas y tronco pardillo, que añadieron al castillo que antes tenían.
A causa de tanto conflicto bélico, estas tierras quedaron mermadas en su población, convirtiéndose en tierra de nadie. Espinosa quedará de nuevo arrasada por completo en torno al año 920.
En pleno periodo de reconquista, tiempos del Conde Sancho García (año 1006), acontece el hecho de mayor trascendencia para esta villa, cuyo acontecer, mezcla leyenda y hecho histórico, ha llegado hasta nuestros días relatado de esta forma:
“El Conde Don Sancho residía en el siglo XI en la Villa de San Esteban (Soria) mientras que el Rey árabe Mahomad Almohadio tenía sus huestes en la Villa de Gormaz (Soria), frontera de aquella. El caballeroso Conde castellano invitó a una partida de casa al rey árabe, obsequiándole este a su vez con varios festejos, lo cual proporcionó ocasión al rey Mahomad para conocer y tratar a la madre del rey castellano, Doña Aba, estableciéndose entre ambos en breve espacio de tiempo simpatía y afecto que derivó en violentísima pasión.
Más como el mayor obstáculo para la consagración de estos atrevidos e incorrectos amores fuese la oposición completa del monarca castellano, cegados por la violencia de la pasión, concertaron el criminal propósito de hacer desaparecer violentamente al conde castellano.
Los medios que se habían de poner en práctica para la ejecución de tan criminal hecho consistían en preparar un activo veneno, el cual había de hacérsele beber al conde por la misma Doña Aba. Esta, avisaría a su amado, el sarraceno, luego de haberse consumado el complot, arrojando una gran cantidad de paja al río Duero, señal que aprovecharían los sarracenos para caer por sorpresa sobre los cristianos y apoderarse de la villa de San Esteban y de los demás castillos del condado, con los cuales se alzaría la propia Condesa Doña Aba.
Estos inicuos preparativos, observados por una camarera de la condesa Doña Aba, hubieron de ser trasmitidos por aquella a su esposo, que era escudero y mayordomo del conde y éste hubo de ser avisado por su mayordomo llamado Sancho Espinosa Peláez, del peligro que le amenazaba.
Prevenido pues el conde Don Sancho, no experimentó sorpresa de ninguna clase cuando, ya caída la tarde y al regreso de una cacería, fatigado, sudoroso y sediento, su propia madre, Doña Aba, le ofreció un refresco con objeto de que mitigara su sed; y cual no fue el asombro de la condesa, el terror que embargaría su ánimo y el espanto que se pintaría en su rostro, cuando el conde Don Sancho, invitó a su madre a que bebiese primeramente del refresco; después se lo ordenó ante sus negativas y últimamente la obligó a que lo bebiese so pena de atravesarla con su espada; ante cuyos mandatos y amenazas, Doña Aba, apuró el brebaje mortal que destinaba su hijo, y quedó muerta en el acto como herida por un rayo.
Don Sancho ordenó que arrojasen al río una gran cantidad de paja, y Mahomad, al ver la señal, creyendo muerto al Conde, salió con sus huestes seguro de derrotar a los cristianos.
El Conde les acometió por sorpresa antes de llegar a San Esteban y en la batalla, no se separó de su lado ni un solo instante su escudero y mayordomo Sancho, convirtiéndose sin descanso, en escudo de la persona de su amo y señor.
Y este es el momento crítico en que se crea el Cuerpo de Monteros de Espinosa, pues agradecido el Conde Don Sancho al nobilísimo proceder de su escudero y mayordomo a quien debía no ya la vida, sino la integridad del condado, entregó de allí en adelante la guarda de su persona a tan leal vasallo y a las personas de su misma sangre.
Habida consideración a que dicho mayordomo era natural de la Villa de Espinosa, entonces en ruinas por haberla casi destruido en totalidad y en reciente fecha el Califa Abdherramán, instituyó para él, sus parientes y descendientes suyos, cinco oficios de Montero, dándoles el nombre de Monteros por haberse concertado y originado el hecho en un monte, y de Espinosa por ser todos naturales de esta villa (…)”
Seleccionado del texto citado por D. Rufino de Pereda Merino, en su libro “Los Monteros de Espinosa”, páginas 141 y siguientes.
Este acontecimiento histórico marcará en adelante la historia de la Villa desde el momento en el que el Rey Alfonso VI (hacia 1084) comienza la restauración encargándola a los caballeros navarros Martín Ruiz de Berrueza y su hermano, hasta la desaparición del último título de Montero de la Casa Real en 1931.
Y en esos casi nueve siglos encontramos continuas intervenciones para otorgar concesiones y privilegios a una villa tan querida por la realeza de España, como la concesión de un Mercado Semanal a realizar los martes de cada semana, otorgado en el año 1501.
Como curiosidad citaremos que en esta Villa se confeccionaron las lonas para las velas de las naves que formaban la Armada Invencible (año 1588).
Y aquí, en el año 1808 se produjo una de las mayores derrotas del ejército español frente al francés en la Guerra de la Independencia, con protagonismo especial del general Acebedo, atropellado por las tropas en frenética huida, y auxiliado en sus últimos momentos por un, entonces, desconocido sargento Riego, quien con el devenir de los años se convertiría en el General protagonista de Pronunciamiento contra el absolutismo de Fernando VII en 1820.
Cualquiera que pasee por sus calles y contemple sus edificios será capaz de comprender que semejante grandeza sólo es posible por haber sido en la historia, una Villa con peso suficiente para haber protagonizado muchos episodios de la misma.
Personajes Ilustres
– Juan de Salazar y Espinosa de los Monteros, nació en Espinosa de los Monteros en 1508. Fundador de Asunción, capital de Paraguay (1537).
– Gonzalo Gómez de Espinosa, la segunda persona que circunnavegó el globo (1527) después de Juan Sebastián Elcano.
La gastronomía espinosiega conserva todo el sabor de antaño y sus productos gozan de reconocida fama a nivel nacional. Como derivados de la leche, destacan productos como la mantequilla, elaborada a partir de los mismos métodos naturales de fabricación famosos desde el siglo XIV, la leche y una amplia gama de quesos y yogures.
En la Villa espinosiega también destacan los productos derivados del cerdo, como son los embutidos y morcillas; y, los derivados del pato criado en libertad, como el Foei Gras, paté y confitados.
Se puede degustar una buena carne de ternera de leche y de vaca, carne de excelente calidad, extraordinaria madurez y sabor.
De la Villa también podemos llevarnos unas deliciosas conservas de filetes de anchoas en aceite de oliva, boquerones, bonito y mermelada artesana.
Otro de los productos artesanos elaborados en Espinosa de los Monteros es la miel de brezo de las montañas pasiegas.
Y para acabar, nada mejor que degustar un muestrario de dulces espinosiegos compuesto de italianas, cocadas, tostones, quesadas, mantecadas y sobaos pasiegos hechos artesanalmente.
Espinosa de los Monteros celebra cada martes el mercado semanal, cita obligada para todos los habitantes de la zona. También se celebran concurridas y animadas fiestas a lo largo del año, entre las que destacan:
Es el más importante del norte de Burgos. A él asisten numerosos visitantes de la comarca de Las Merindades y de las provincias limítrofes. En esta celebración destaca el colorido desfile de disfraces nocturno y el tradicional entierro de la sardina.
Se celebra el día 15 de agosto. Se caracteriza por la tradicional elección de damas y reina, verbenas, concursos y la Feria del Ordeño, celebrada bianualmente.
Se celebran el día 8 de septiembre y constituyen las fiestas patronales de la Villa. Comienzan el día anterior, en el que tiene lugar el tradicional pregón y chupinazo. En esta celebración de varios días, destacan la ofrenda floral, el tradicional desfile de carrozas, concursos gastronómicos, espectáculos populares, verbenas con toros de fuego y diversas actividades.
Se celebra alternativamente, años pares en la villa espinosiega y los impares en la capital española.
El día 22 de noviembre se celebra el día de Santa Cecilia, patrona de Espinosa.
La romería de las Nieves se celebra cada 5 de agosto en la localidad de Las Machorras. En esta fiesta participan 8 danzantes, un Mayoral, el Rabadán y el Bobo, éste último ataviado con un vistoso traje de colores, un bastón y unas tijeras. A las diez de la mañana todos acuden a misa y después reciben a los visitantes danzando a la entrada del pueblo. A las doce se lleva a cabo la procesión de la Virgen de las Nieves por las calles del pueblo para regresar al santuario a oír la Misa Mayor. Tras la misa, los danzantes, Mayoral, Rabadán y Bobo se dirigen a la plaza donde bailarán distintas danzas como “el Pasacalles”, “el Caracol” o “el Ahorcado”. Allí, tanto los danzantes como el Rabadán, el Mayoral y, sobre todo, el Bobo echarán sus versos sobre los sucesos acontecidos en la localidad durante el año. Está declarada Fiestas de Interés Turístico Regional desde 2001.
Santa Olalla: San Pentecostés.
Para: San Marcial.
Bárcenas: Santa María Magdalena.
Quintana de los Prados: Nuestra Señora de los Gozos.
Las Machorras: Fiestas en honor a la Virgen de las Nieves.
Los pasiegos son un pueblo, que basan su economía y su forma de vida en la ganadería trashumante, principalmente vacuna.
Se distribuyen por 2 Comunidades Autónomas. Cantabria, en los Valles de la Vega de Pas, San Pedro del Romeral y San Roque de Río Miera principalmente y Castilla y León, en el norte de la provincia de Burgos.
Los asentamientos Castellano Leoneses se distribuyen de forma muy residual por los términos municipales de Merindad de Montija, Valdeporres y Sotoscueva y más ampliamente en Espinosa de los Monteros. De este último lugar, los Valles de Lunada, La Sía, Rioseco y Trueba con los núcleos más importantes.
Los pasiegos han conservado históricamente sus tradiciones y formas de vida, siempre ligados a la ganadería como sustento. Viven en cabañas pasiegas, construcciones recias de piedra y tejado compuesto de lastras que se mimetizan con el entorno de forma variable. Cada cabaña está rodeada de un muro de piedra, sin argamasa, que cerca la casa y los alrededores.
Cada familia posee varias cabañas repartidas por todo el valle y van trasladándose o mudando a lo largo del año por los caminos o vías de muda y en función de las necesidades de los animales. El invierno se pasa en las zonas de más baja cota, en las llamadas cabañas vividoras y en el verano ascienden a los puertos a las denominadas brañizas donde los animales tienen pastos frescos. Este movimiento en altitud se denomina trastermitancia.
La zona pasiega burgalesa tiene un alto interés paisajístico, cultural, arquitectónico, etnográfico, faunístico y florístico, único en la provincia de Burgos y en la comunidad de Castilla y León y apostamos firmemente en darlo a conocer, potenciarlo y conservarlo.
En cuanto a las medidas de protección, parte del territorio está incluido en la RED NATURA 2000 y mas concretamente en el LIC (Lugar de Interés Comunitario) denominado Montes del Valnera con una gran diversidad de paisajes, hábitats y especies.
Podemos destacar hábitats prioritarios en la Directiva Hábitas como los brezales húmedos atlánticos de Erica tetralix y Erica ciliaris y las turberas altas activas, plantas escasas a nivel provincial como Genciana lutea, Nigritella gabassiana, Drosera intermedia o Eriophorum vaginatum o especies emblemáticas como el rebeco (Rupicapra pyrenaica), la perdiz pardilla (Perdix perdix), el pito negro (Dryocopus martius) la trucha autóctona (Salmo trutta morpha fario), el tritón alpino (Triturus alpestris) o la culebra de esculapio (Elaphe longissima)
El término municipal de Espinosa de los Monteros está incluido en la zona ZIS, es decir, en Zona de Influencia Socio Económica del Espacio Natural de Ojo Guareña, declarado Monumento Natural en 1996. Ojo Guareña también está declarado “Lugar de Interés Comunitario (LIC) dentro de la red Natura 2000.
Para conocer la cultura pasiega existe la posibilidad de realizar una de las numerosas rutas de senderismo que adjuntamos a continuación o contratar los servicios de Ráspano Ecoturismo para la realización de una ruta guiada interpretada.
La villa es muy rica, gracias a su dilatada historia, en torres, palacios, iglesias y casonas. Dentro de la provincia de Burgos es, tras la capital, la población que cuenta con más monumentos catalogados.
Torre Ilustre
También conocida como Torre de los Velasco. Se trata de un edificio medieval defensivo, de estilo gótico y notables dimensiones, situada en un altozano a orillas del río Trueba. Posee una estructura de alzado trapezoidal en las caras, muros de piedra de sillería de aparejo regular, con un deseo manifiesto de expresar masa y volumen. Esta construcción militar data posiblemente del siglo XIII, aunque tiene añadidos posteriores. Son dignos de mención los cinco escudos de la familia de los Velasco, que son de los más antiguos de toda la Comarca.
Torre Berrueza
Edificio del siglo XII. En su origen fue una torre defensiva. Consta de dos plantas. En la planta superior existen unos pequeños vanos utilizados en su origen para la entrada y salida de palomas mensajeras. En la actualidad se ha rehabilitado como hotel posada.
Palacio de los Fernández-Villa
También llamado de carrillo del Hoyo, este palacio renacentista empezó a construirse a mediados del siglo XVI. Se adosa a una casa-fortaleza anterior. El conjunto del edificio se organiza en torno a dos grandes torres y una inflexión en la parte central. El elemento más señalado por lo cuidado de las formas es el cubo occidental, el adosado a la construcción gótica, que abre al interior una portada adintelada, flanqueada por columnas estriadas, apeadas sobre elevado pódium y rematadas en capitel, que sustenta el entablamento. Sendas ménsulas, con forma de zapatas molduradas, sustentan el dintel en cuyo centro se ubica el escudo familiar.
Fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento el 16 de marzo de 2000.
Torre de los Azulejos
Situada en la calle de los Monteros. Estilo renacentista, del siglo XVI. Es llamada de los azulejos, por poseer en sus ventanas dichos materiales de forma decorativa. El edificio corresponde en su estructura y concepción al tipo de casa fortaleza. Tiene planta cuadrada, formas cúbicas, piedra de sillería, sillarejo en ocasiones y formas robustas y rotundas. La puerta de acceso se practica en el muro sur, pero queda reducida a un sencillo arco de medio punto con pequeña moldura y rosca muy significada. A media altura destaca él enmarque de la ventana adelantada.
Palacio de Chiloeches
Situado en la plaza de Sancho García, organiza su fachada entre dos grandes y voluminosas torres rematadas en pequeños pináculos. Es aún de claras raíces renacentistas, aunque luego su desarrollo y ejecución muestran algunos tintes claramente barrocos. Este palacio fue mandado construir por el marqués de la Gandara Real en el año 1600, y sirvió como cuartel a las tropas de Napoleón tras la batalla de Espinosa, que lo quemaron a su partida.
Fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento el 6 de junio de 1991.
Palacio de los Marqueses de las Cuevas de Velasco
Situado en el barrio de Quintanilla, fue mandado construir por Felipe IV, y se lo cedió a don Pedro Velasco Bracamonte, que era montero de su guardia, para la custodia de don Juan José de Austria, hijo bastardo habido con María de Calderón la Calderona. El edificio constituye una muestra única de estilo manierista en el norte de la provincia de Burgos. Estructuralmente es un gran cubo, de planta básicamente cuadrada, de formas macizas y pesadas, organizado en tres cuerpos, separados exteriormente por una cornisa y rematado en los ángulos con los característicos pináculos de formas escurialenses. Adosada a la pared norte, se encuentra la capilla de Santiago, cuya estatua podemos admirar sobre la puerta de acceso a la capilla.
Fue declarado Bien de Interés Cultural en la categoría de Monumento el 6 de junio de 1991.
Torre de los Monteros
Construida en el siglo XIV como una auténtica fortaleza. La torre está almenada y su acceso se realizaba entre dos gruesos torreones, también almenados. Fue restaurada recientemente.
Torre de Cantinplor
Construida en el siglo XIII, está situada en el barrio de Berrueza. Está desmochada, se dice que poseía un piso más, además de almenas. La torre perteneció a los abades de Vivanco y en la actualidad pertenece a la Familia Martínez – Sainz de la Maza. Internándonos más en la historia llegamos a los Angulo Vivanco Ortiz. Esta familia poseía en Espinosa las torres de Valanto y Cantinflor (o Cantimplor). Juan Ortiz, señor de la torre de Cantinflor, se consideró por su apellido descendiente, nada menos, que de un capitán de este apellido de tiempos de Fernán González.
Plaza Sancho García y Ayuntamiento.
Se trata de la principal plaza del municipio y centro neurálgico del mismo. En él se encuentra también el Ayuntamiento.
La plaza es el lugar de celebración de eventos, tales como mercados o fiestas.
Otros edificios
Aún hoy en día en la villa existe una casa-fábrica, que entre los siglos XV y XIX, fabricó las lonas para la Armada de España. También existen otras torres y edificios importantes, como la torre de los Herradores, torre de Pumarejo y varias casonas.
Viviendas de estilo montañés situadas en el centro histórico, con portales típicos.
En Espinosa de los Monteros, la casa tradicional es la que corresponde a la casa montañesa, que posee abundantes rasgos de influencia cántabra. No se conservan restos de la Edad Moderna. Existen dos tipos de casas de esta arquitectura: una más antigua, que posee un balcón corrido, llamado solana, hecha en madera y en la que habitualmente se cuelgan flores. Otra, la más moderna, presenta galerías cerradas, haciendo el habitáculo más acogedor en su interior; un buen ejemplo de esto lo encontramos en la plaza de Sancho García, rodeando la iglesia. Además, encontramos abundantes casas solariegas con escudo.
Iglesia de Santa Eulalia
Se encuentra en la pedanía de Santa Olalla y tiene con importantes relaciones con el arte prerrománico (asturiano, mozárabe). El templo es de una sola nave, planta de salón, muros de tosco sillarejo más próximo a la mampostería y cubierta a dos aguas. Adosada al muro oeste, pero totalmente independencia del, encontramos una espadaña de formas románicas. En una de las pilastras leemos “tellu aba” seguramente una referencia a la condición del monasterio de la misma.
Iglesia de Santa Cecilia
Es un edificio del estilo renacentista español. Se trata de un templo de tres naves, planta de salón, muros de piedra de sillería, de aparejo regular y cubierta de bóveda de crucería estrellada, de nervios combados y recuerdos góticos. El ábside tiene la particularidad de presentar planta cuadrada en el arranque para luego desarrollarse en un polígono de cinco lados. Destaca la cubierta avenerada, de estilo renacentista, que remata el conjunto, apoyándose sobre dos pechinas para conseguir la forma pentagonal en su parte superior.
Iglesia de Nuestra Señora de Berrueza
Asentada en el barrio de Berrueza, sobre otra anterior que fue monasterio. Es una construcción que presenta unas formas más académicas en el pódium del ábside, en la limpieza de los contrafuertes angulares y en la traza de las ventanas. Aunque tiene elementos del siglo XVIII, su estructura es plenamente barroca, porque se empezó la construcción a mediados del siglo XVII. Hasta hace poco era un priorato, en el que había monjes y dependía del monasterio de Oña, y tiene en el altar mayor un precioso camarín.
Iglesia de San Nicolás
Esta en el barrio de Quintanilla. Consagrada en el siglo XII pero reconstruida en el siglo XVII, tiene de una sola nave, planta salón, cubierta a dos aguas y muros de mampostería. En su interior destaca un hermosísimo retablo gótico del siglo XV. Las pinturas se atribuyen a Fray Alonso de Zamora, monje de Oña, destacando una de las pocas representaciones del Espíritu Santo en forma de mujer que hay en España.